Monday, December 15, 2008

"La Bella Anarquista" IX

Lo dijo sabiendo que Mario no se podría negar. A Mario su respuesta le pareció demasiado inconcreta y vaga pero era como un fogonazo de luz al misterio, al menos, la relación entre la sinfonía y su trabajo era clara. A lo mejor era alguna especie de programadora que debía verificar por ejemplo el funcionamiento de las luces a un determinado tiempo o algo así pero ahora no tenía tiempo para pensar y estaba ligeramente afectado por el vino. Lo pensaría en su soledad. Luego cayó en la cuenta de la demanda de la historia de su trabajo, tomó una prestada de Jean que le ocurrió con un alto cargo español en una recepción de su homólogo francés. Este alto cargo naturalmente solamente hablaba español y con dudas. Además era de estos tipos que van a Noruega de visita y se extrañan que la gente no hable español, “pero es que nadie habla español?” como si fuese obligatorio saber español. Pero la historia es que este inepto para demostrar su cordialidad y hospitalidad había pedido a su hijo adolescente, que estudiaba en el Liceo Francés de Madrid, que le enseñase una frase informal para romper el hielo después de los saludos oficiales. Algo así como “Por fin se ha acabado este rollo vamos a comer algo”, algo de ese estilo. El nada inocente hijo todavía guardaba en su memoria la severa prohibición de su padre respecto a un concierto que el chico quería ir pero que el padre prohibió con tajante autoridad por ser demasiado subversivo para su gusto. Esto en la sensible conciencia juvenil del hijo resultó una injusticia de tamaño tal que necesitaba venganza, y ahora se presentaba la inmejorable ocasión para llevarla a cabo. Claro está que la frase que este pequeño vengador entregó a su padre distaba mucho del ideal de cordialidad u hospitalidad del progenitor, o mejor dicho era quizás de una amabilidad excesiva. La situación final resultó ser que este ignorante se paseó expresando a todos los miembros de la comitiva francesa que si estaban listos para hacerles una felación a cargo suya. Lo más embarazoso fue cuando uno de los franceses aceptó la oferta, provocando una incomodidad y un revuelo entre los presentes digno de haber sido visto.

Elsa se reía con fuerza y divertida, sin perder su saber estar. La historia tuvo un éxito rotundo y estuvieron riendo durante un buen rato. Luego el silencio se abrió pasó y estuvieron contemplándose pausadamente, dejando que el vino actuase sobre sus miradas y las cargase de deseo y ganas de no interrumpir la noche. A continuación siguieron hasta una terraza cercana donde tomaron unas copas que acentuaron la ebriedad de ambos. Sin embargo, Mario se percató que Elsa daba la sensación de estar fingiendo, que realmente, no estaba tan borracha como parecía. Eso le intranquilizaba a Mario. Le ponía nervioso, sabía que las nórdicas tenían una resistencia mayor al alcohol pero había algo perturbador en ella. Y el problema es que él si estaba borracho y solo podía dejarse llevar por la noche y su diosa. Dieron un paseo que hizo serenar a Mario y además el lugar era un pequeño parque de Madrid poco visitado durante la noche y milagrosamente salvado de los guerreros del botellón.

- Mario, tu crees en el diablo?

La pregunta cogió desprevenido totalmente a Mario.

- No sé. Supongo que para creer en el diablo tendría que creer en Dios, en el cuál no creo. Lo cuál implica que no debería creer en el diablo. Pero a veces, creo que él habita entre nosotros, que ese fue la gran mentira de Lucifer, hacer creer que el diablo está al mismo nivel que Dios y que está en el mundo intangible y de las almas, cuando realmente se encuentra entre nosotros, extendiendo la maldad entre nosotros. Pero también estoy borracho y puede que esté diciendo una perfecta y absoluta idiotez.

- Que va. Pienso como tú. Que Él está entre nosotros como tú dices. Curioso no?
- Si aunque preferiría coincidir contigo en que te resulto tremendamente atractivo y que deseas llevarme al apartamento. Porque es eso exactamente lo que estoy pensando yo.

No comments: