Thursday, November 06, 2008

"La bella anarquista" II

En los suaves veranos de su Letonia, donde su mayor placer era pasar el tiempo con su abuelo y jugar al ajedrez. Sus magistrales lecciones sobre ajedrez le mantenían siempre atento y despierto, así pasaba sus infantiles veranos, entre helado y fianchettos, defensas sicilianas, gambitos y enroques. Pero luego siempre llegaba al mismo punto, en sus memorias había una ruptura total con su idealismo letón y le venían los dolorosos recuerdos de la emigración a España, la marginación en la escuela, el odio hacia los españoles para luego aprovecharse de las ventajas de un país donde nadie habla otro idioma que el español. Su facilidad para los idiomas le hizo no poder evitar la profesión de traductor, la cuál había desempeñado demasiado tiempo, pero su pereza le impedía buscar otro tipo de ocupación. Después de todo, no estaba tan mal, no le exigía demasiado esfuerzo, estaba bien pagado y le permitía ser su propio patrón.

El aire estaba cargado, la humedad penetraba en las fosas nasales y hacían entender a Mario que pronto tendrían la tormenta encima, esas tormentas de Madrid que son como refrescantes duchas y que apaciguan todos los ánimos más perversos. El teléfono sonaba al fondo del pasillo, dudó en cogerlo, se sentía solitario estos días, sin muchas ganas de ver a nadie pero al ver que esta vez podía vencer a su pereza se animó a cogerlo.

- Mario Strindberg.
- Hola Mario, soy Jean. Ya estoy de vuelta. Han sido horrible estos días, necesito unas copas contigo. Dime que es posible.

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